viernes, 2 de octubre de 2015

Esta trágica historia comenzó con una bonita tarde de verano, en un pueblo perdido de la mano de Dios en Texas. Empecé a pensar que algo pasaba cuando a mi padre se le olvidó recogerme del colegio, sabiendo que vivimos a tres kilómetros del colegio. Y después de caminar durante dos horas y por fin llegar a casa, mi madre tampoco estaba, lo sabia porque la casa no olia a pétalos de rosa como de costumbre y porque todo estaba desordenado (cosa que era imposible ya que mi madre era una obsesa de la limpieza y del orden), pero lo más raro fue cuando encontré al perro encerrado en el armario de mi habitación, muerto de miedo y temblando como si no hubiera un mañana. Cuando el perro me vio empezó a gruñirme y a ladrarme, por lo que me asusté y creí que me atacaría pero en cuanto me senté en el suelo, se me acercó con miedo, me olfateó y me empezó a lamer como si estuviera agradecido por algo. Acaricié al perro y me puse a limpiar y recoger la casa hasta que escuché un gruñido en la puerta de la entrada. Me acerqué a mirar pero no vi a nadie, miré al perro, que seguía con la mirada fija en la puerta que daba a mi habitación, y por algún extraño fui a ver que era lo que tanto asustaba a mi perro. En cuanto giré el pomo escuché cosas cayendo al suelo y rompiéndose, por lo que abrí la puerta de golpe y ahí estaba... Mi madre...Pero en realidad no era mi madre en si, estaba algo cambiada, ya no tenia su brillo natural en la cara, sino una oscuridad que me aterraba y se movía con mucha habilidad y precisión como si flotara. Fue entonces cuando me di cuenta que en realidad si que flotaba, pero no tenia pies, su largo vestido azul se terminaba y le seguía el vacío. Pero lo más espantoso fueron sus brazos practicamente mutilados y ya no tenia ojos, pero sabia que me estaba obrervando, por lo que corrí al cuarto de mis padres y cogí el revolver que tenían bajo la almohada. Por suerte tenia mucha practica con las armas y además el arma estaba cargada, por lo que en cuanto me di la vuelta empecé a dispararle a lo que fuese lo que venia a por mí. Cuando dejó de moverse la tiré por la ventana y me aseguré de cerrar todas las entradas con llave y entablar las ventanas por si mi padre y mi hermano mayor eran iguales a mi madre, o por si ella seguía viva. Al acabar, me metí con el perro en la cámara acorazada con provisiones para diez años que teníamos en caso de guerra y procuré descansar.
Me desperté con el incesante ruido de los chillídos de dolor del perro y con alguien que me mecía y me acariciaba como si fuera una niña pequeña. Al abrir los ojos vi al perro prácticamente descuartizado, tenia los órganos ya fuera y ya no chillaba, pero se lo estaban comiendo mi supuesta madre y mi hermano, el que ya no era mi hermano. Solo me faltó un segundo para saltar y darme cuenta que quien antes me mecía era mi padre, que se encontraba igual que los otros y me miraba como si yo fuera un pollo asado a fuego lento con guarnición. Cogí el revolver y salí corriendo por el agujero que ellos habían hecho para entrar a la cámara acorazada y me puse a correr, pero sabia que me seguían por lo que empecé a disparar detrás de mí con disparos certeros que les dejaron a los tres en el suelo, pero no por mucho tiempo. Seguí corriendo hasta que me acordé que cerca estaba nuestra vieja casa del árbol con armamento, a la que se accedía solo por una entrada secreta en la que accedías solo por un código de voz. Al llegar al escondrijo introduje el código y subí lo más rápido que pude para que no me vieran y les perdiera el rastro, así ganaba un par de horas para prepararme debidamente y preparar un plan, aunque fuese lo último que hiciera, les aniquilaría por el bien de la humanidad.


Gracias a que toda mi vida mi padre me crió como a un militar, ahora estaba preparada para esto y más. Cree una bomba que destruyera todo en un radio de diez kilómetros, porque seguramente había muchas más criaturas como mi familia, cogí todas las pistolas que pude y me preparé sicológicamente para lo que haría. Salí de la casa del árbol y desde arriba vi como habia docenas de criaturas que intentaban llegar a mí, por lo que comencé a dispararles y preparé la bomba para su destrucción. Sin darme cuenta unos cuantos llegaron a mí y me defendí todo lo que pude pero pudieron conmigo y consiguieron arrancarme una pierna, lo que me derribó y me dejó sin ninguna oportunidad. No me defendí más, sabia lo que seguia y empecé a ver toda mi vida pasar por mis ojos mientras lloraba y sentia como intentaban comerme bocado a bocado. Yo lloraba por miedo a vorverme de alguna forma uno de ellos, lloraba por mi familia, por mi perro, por la pobre gente que vivia en ese maldito pueblo y sobre todo porque no llegué a vivir lo suficiente, porque no era justo. Pero de pronto la bomba explotó y dejé de llorar, me sentí libre, sin miedo, sin dolor, sin nada...